domingo, 7 de agosto de 2016

Ojala nunca hayas leido nada lo que te he escrito....

“Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito, porque me destrozaría saber que a pesar de eso no me has buscado.”
-         -  Mario Benedetti.

No es cuestión de nostalgia, al menos ya no tanto. Es cuestión de resignación. Y de esta tremenda manera en que la vida buscó enseñarme cosas que no pensé que me tocaría vivir.

Estos meses han sido intensamente llenos de muchos recuerdos. Es como ir enumerando los días, ya no en cuenta regresiva como antes, sino tachados de un calendario imaginario del cual voy seleccionando memorias intactas. ¡Como disfruté esos breves días a tu lado! Pareciera que mi vida se hubiera definido completamente durante nuestros tiempos juntos, aunque hablar de “nosotros” sea lo más utópico que alguien pudiera llegar a hacer, siendo absolutamente objetivos. 

He llegado a superar las siempre consecuentes ganas de limpiar el alma cada vez que tu recuerdo se cruza por mi mente, estaría mucho más seca de lo que hoy día me siento. Y puesto que ya estoy convencida que pasará la vida y tú permanecerás, no puedo arriesgarme a una deshidratación inminente. 

Cada día que pasa pienso que haces, si eres feliz, si te sientes en paz con lo que vives, si disfrutas aun con la misma sencillez, si te preocupas por la situación que vivimos, o si por el contrario decidiste encontrar un mejor lugar. La verdad ya no se si existes en algún otro lugar que no sean mis recuerdos.
Me arriesgué a buscar alternativas, para darme cuenta de algunas cosas: que no tengo nada que sentir por nadie más, que no quiero sentir nada por nadie más, y que simplemente no quiero sentir en lo absoluto. Porque consumiste absolutamente toda mi capacidad de no ser una piedra, de sentirme humano. O quizá estoy jugando  a ser vampiro e intento apagar mi humanity switch. O quizá ya lo apagué y no lo encenderé ya más. Porque por más que anhele en mis pensamientos sucesos irreales, se que ya nada te traerá de vuelta, que tampoco se puede, y que ya estamos demasiado desgastados para intentar ser los de antes.

Quizá la vida se me acabó esa noche que nos perdimos de vista. Y ya esto es como un sobretiempo que no tiene mucho sentido. Hablo de mí, por supuesto. Tú tendrás 60 días de verano, volverás a quienes quieres, veras el mundo y, quien sabe, quizá retornes a este pequeño infierno. Y yo… yo menguaré cada día, hasta fenecer con tu recuerdo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario