domingo, 7 de agosto de 2016

Ojala nunca hayas leido nada lo que te he escrito....

“Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito, porque me destrozaría saber que a pesar de eso no me has buscado.”
-         -  Mario Benedetti.

No es cuestión de nostalgia, al menos ya no tanto. Es cuestión de resignación. Y de esta tremenda manera en que la vida buscó enseñarme cosas que no pensé que me tocaría vivir.

Estos meses han sido intensamente llenos de muchos recuerdos. Es como ir enumerando los días, ya no en cuenta regresiva como antes, sino tachados de un calendario imaginario del cual voy seleccionando memorias intactas. ¡Como disfruté esos breves días a tu lado! Pareciera que mi vida se hubiera definido completamente durante nuestros tiempos juntos, aunque hablar de “nosotros” sea lo más utópico que alguien pudiera llegar a hacer, siendo absolutamente objetivos. 

He llegado a superar las siempre consecuentes ganas de limpiar el alma cada vez que tu recuerdo se cruza por mi mente, estaría mucho más seca de lo que hoy día me siento. Y puesto que ya estoy convencida que pasará la vida y tú permanecerás, no puedo arriesgarme a una deshidratación inminente. 

Cada día que pasa pienso que haces, si eres feliz, si te sientes en paz con lo que vives, si disfrutas aun con la misma sencillez, si te preocupas por la situación que vivimos, o si por el contrario decidiste encontrar un mejor lugar. La verdad ya no se si existes en algún otro lugar que no sean mis recuerdos.
Me arriesgué a buscar alternativas, para darme cuenta de algunas cosas: que no tengo nada que sentir por nadie más, que no quiero sentir nada por nadie más, y que simplemente no quiero sentir en lo absoluto. Porque consumiste absolutamente toda mi capacidad de no ser una piedra, de sentirme humano. O quizá estoy jugando  a ser vampiro e intento apagar mi humanity switch. O quizá ya lo apagué y no lo encenderé ya más. Porque por más que anhele en mis pensamientos sucesos irreales, se que ya nada te traerá de vuelta, que tampoco se puede, y que ya estamos demasiado desgastados para intentar ser los de antes.

Quizá la vida se me acabó esa noche que nos perdimos de vista. Y ya esto es como un sobretiempo que no tiene mucho sentido. Hablo de mí, por supuesto. Tú tendrás 60 días de verano, volverás a quienes quieres, veras el mundo y, quien sabe, quizá retornes a este pequeño infierno. Y yo… yo menguaré cada día, hasta fenecer con tu recuerdo. 

jueves, 7 de julio de 2016

Like Mandala ¿Qué son estas hermosas imagenes?

Cuando vemos estas imágenes a la mayoría nos transmite automáticamente tranquilidad, observación. Son modos de diseño y marcan un estilo llamativo. Pero mas allá de lo estético, ¿de que manera se involucra con ellos?


Un mandala es una palabra sánscrita, el sánscrito es una lengua clásica de la India, ademas de una de las mas antiguas documentadas, que se usa como lengua litúrgica de hinduismo, budismo y jainismo. Son palabras o expresiones altamente espirituales que conectan con el ser, el consciente

Su significado literal es "círculo", y esta formada por un conjunto de figuras y formas geométricas concentricas. Esto tiene que ver con su característica primordial: son imágenes circulares que nacen de un eje central, del que se desprenden dibujos simétricos hacia los cuatro puntos cardinales. La misma forma que tienen  las fuerzas gravitacionales en el universo, y en cada una de nuestras células: se desprende energía en el centro, que atrae una nueva energía. 


Su objetivo es concentrar la meditacion en un solo punto durante la meditación, o en cualquier tipo de relajacion. 

Utilizados desde tiempos remotos y en los últimos años han sido utilizados en ambientes educativos por todos los beneficios que aportan a los niños: concentracion, interiorizacion, creatividad. 



CONSEJO
Si te consideras una persona ansiosa, o si sientes que tu mente esta bloqueando tus hábitos haciendo que tu vida se vuelva un poco mas complicada por cosas que no deben ser, como pensamientos, preocupaciones, estrés, o excesos, la mejor manera de despejarla es rejándola. Meditar es algo muy difícil de alcanzar y que requiere voluntad y ganas, pero se puede comenzar a habituar en tu mente desde las cosas mas simples. 


Algo que puedes hacer es utilizar tan solo 15 minutos de tu tiempo diario pintando Mandalas. Descarga uno desde tu computadora y elige tres alternativas de color, hazlo mientras escuchas música relajante o simplemente respirando y concentrándote en crear tu dibujo. Si lo haces todos los días vas a ver que vas a mejorar tu respiración, y de a poco iras relajándote cuando te encuentres preocupado.

Otra alternativa es salir a caminar escuchando música ambiental o lo que te guste para relajarte, algo que te aleje de pensamientos o recuerdos, por eso no es recomendable música con letras. Camina, escucha y respira. Vas a ver que con el tiempo sentirás que tu mente se siente mas liviana.

Mucha paciencia, recuerda que la mente es lo que somos, y la que nos maneja. Recuerda que en general estamos hipnotizados por pensamientos y preocupaciones que no tienen que ser. La vida es una, ¡vivila para vos!



sábado, 10 de diciembre de 2011

El dia que todo le dio lo mismo

Sin levantar la mirada del cuaderno en el que estaba escribiendo, le dijo suavemente: “Es que no entiendo a la gente que pasa por la vida sin causar efecto alguno a su alrededor. Se miran, se pasan por los costados, inmersos en sus propias impresiones, en sus propios egos, y se olvidan de afectarse entre unos y otros. Parecen fantasmas acomplejados.”

Él la observaba en silencio, parado contra el marco de la puerta de entrada. No terminaba de entrar, ni de salir.

“No hay cosa que soporte menos que la indiferencia”, dijo, dejando el cuaderno de lado y lanzándole una mirada despechada. “No puedo, ¡No quiero!, sólo respirar y acoplarme al viento. ¿Cómo podés vivir sabiendo que tu inacción provoca la falencia de tus necesidades más básicas? Esto es como el hambre, ¿Sabés? Cuando tenés hambre, buscás alimento. ¿Por qué, entonces, si deseás decir algo, no lo decís? ¿Vergüenza? ¿Decoro? ¿Alguna imposición moral? ¿Qué? ¿Qué es eso que te impide ir en busca de lo que deseás? No lo entiendo. Es como el hambre, y vas a morir de inanición, teniendo un plato de manjares al alcance de tu mano. Sólo tenés que ponerte en movimiento. ¿Qué esperás? ¿Qué? ¿Qué fluya qué?”, continuó, zarandeando la lapicera de aquí para allá. “Vos sos como ellos. Te vas a morir de hambre.”

Sus ojos vidriados la miraban y sus labios no se movían. Ella suspiró.

“No te preocupes. Andá. Entiendo que soy yo quien elige esto. Pude haber pasado de largo. Pero elegí no hacerlo. Elegí detenerme unos minutos frente a vos, frente a tu vida, a tu existencia y decirte: vos también podés elegir. Y claramente, tu elección no tiene por qué ser igual que la mía. Andá. No te preocupes.”

Él, no se movió.

Ella, agarró nuevamente la lapicera y asentó en una hoja en blanco: “Algún día, decidiremos no pasarnos de largo. Algún día, elegiremos darnos, en lugar de reposar contra el marco de una puerta. Ese día, quizá logremos cambiar el mundo.”

Contra toda predicción racional, la esperanza se hacía carne en sus pensamientos, mientras esperaba que él, una vez más, se marchara sin decir nada.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Sábado de Gloria- M.Benedetti

Desde antes de despertarme, oí caer la lluvia.  Primero pensé que serían las seis y cuarto de la mañana y debía ir a la oficina pero había dejado en casa de mi madre los zapatos de goma y tendría que meter papel de diario en los otros zapatos, los comunes, porque me pone fuera de mi sentir como la humedad me va enfriando los pies y los tobillos.  Después creí que era domingo y me podía quedar un rato bajo las frazadas.  Eso -la certeza del feriado- me proporciona siempre un placer infantil.  Saber que puedo disponer del tiempo como si fuera libre, como si no tuviera que correr dos cuadras, cuatro de cada seis mañanas, para ganarle al reloj en que debo registrar mi llegada.  Saber que puedo ponerme grave y pensar en temas importantes como la vida, la muerte, el fútbol y la guerra.  Durante la semana no tengo tiempo.  Cuando llego a la oficina me esperan cincuenta o sesenta asuntos a los que debo convertir en asientos contables, estamparles el sello de contabilizado en fecha y poner mis iniciales con tinta verde.  A las doce tengo liquidados aproximadamente la mitad y corro cuatro cuadras para poder introducirme en la plataforma del ómnibus.  Si no corro esas cuadras vengo colgado y me da nausea pasar tan cerca de los tranvías.  En realidad no es nausea sino miedo, un miedo horroroso.
Eso no significa que piense en la muerte sino que me da asco imaginarme con la cabeza rota o despanzurrado en medio de doscientos preocupados curiosos que se empinaran para verme y contarlo todo, al día siguiente, mientras saborean el postre en el almuerzo familiar.  Un almuerzo familiar semejante al que liquido en veinticinco minutos, completamente solo, porque Gloria se va media hora antes a la tienda y me deja todo listo en cuatro viandas sobre el primus a fuego lento, de manera que no tengo mas que lavarme las manos y tragar la sopa, la milanesa, la tortilla y la compota, echarle un vistazo al diario y lanzarme otra vez a la caza del ómnibus.  Cuando llego a las dos, escrituro las veinte o treinta operaciones que quedaron pendientes y a eso de las cinco acudo con mi libreta al timbrazo puntual del vicepresidente que me dicta las cinco o seis cartas de rigor que debo entregar, antes de las siete, traducidas al ingles o al alemán.
Dos veces por semana, Gloria me espera a la salida para divertirnos en un cine donde ella llora copiosamente y yo estrujo el sombrero o mastico el programa.  Los otros días ella va a ver a su madre y yo atiendo la contabilidad de dos panaderías, cuyos propietarios -dos gallegos y un mallorquín- ganan lo suficiente fabricando bizcochos con huevos podridos, pero mas aún regentando las amuebladas mas concurridas de la zona sur.  De modo que cuando regreso a casa, ella esta durmiendo o -cuando volvemos juntos- cenamos y nos acostamos en seguida, cansados como animales.  Muy pocas noches nos queda cuerda para el consumo conyugal, y así, sin leer un solo libro, sin comentar siquiera las discusiones entre mis compañeros o las brutalidades de su jefe, que se llama a sí mismo un pan de Dios y al que ellos denominan pan duro, sin decirnos a veces buenas noches, nos quedamos dormidos sin apagar la luz, porque ella quería leer el crimen y yo la página de deportes.
Los comentarios quedan para un sábado como éste. (Porque en realidad era un sábado, el final de una siesta de sábado). Yo me levanto a las tres y media y preparo el té con leche y lo traigo a la cama y ella se despierta entonces y pasa revista a la rutina semanal y pone al día mis calcetines antes de levantarse a las cinco menos cuarto para escuchar la hora del bolero.  Sin embargo, este sábado no hubiera sido de comentarios, porque anoche después del cine me excedí en el elogio de Margaret Sullavan y ella sin titubear, se puso a pellizcarme y, como yo seguía inmutable, me agredió con algo mas temible y solapado como la descripción simpática de un compañero de la tienda, y es una trampa, claro, porque la actriz es una imagen y el tipo ese todo un baboso de carne y hueso. Por esa estupidez nos acostamos sin hablarnos y esperamos una media hora con la luz apagada, a ver si el otro iniciaba el tramite reconciliatorio.  Yo no tenía inconveniente en ser el primero, como en tantas otras
veces, pero el sueño empezó antes de que terminara el simulacro de odio y la paz fue postergada para hoy, para el espacio blanco de esta siesta.
Por eso, cuando ví que llovía, pensé que era mejor, porque la inclemencia exterior reforzaría automáticamente nuestra intimidad y ninguno de los dos iba a ser tan idiota como para pasar de trompa y en silencio una tarde lluviosa de sábado que necesariamente deberíamos compartir en un departamento de dos habitaciones, donde la soledad virtualmente no existe y todo se reduce a vivir frente a frente.  Ella se despertó con quejidos, pero yo no pense nada malo.  Siempre se queja al despertarse.
Pero cuando se despertó del todo e investigue en su rostro, la note verdaderamente mal, con el sufrimiento patente en las ojeras.  No me acordé entonces de que no nos hablábamos y le pregunté que le pasaba.  Le dolía en el costado.  Le dolía muy fuerte y estaba asustada.
Le dije que iba a llamar a la doctora y ella dijo que si, que la llamara en seguida.  Trataba de sonreír pero tenia los ojos tan hundidos, que yo vacilaba entre quedarme con ella o ir a hablar por teléfono.  Después pensé que si no iba se asustaría mas y entonces bajé y llamé a la doctora.
El tipo que atendió dijo que no estaba en casa.  No sé por qué se me ocurrió que mentía y le dije que no era cierto, porque yo la había visto entrar.  Entonces me dijo que esperara un instante y al cabo de cinco minutos volvía al aparato e inventó que yo tenía suerte, porque en este momento había llegado.  Le dije mire que bien y le hice anotar la dirección y la urgencia.
Cuando regresé, Gloria estaba mareada y aquello le dolía mucho mas. Yo no sabía que hacer.  Le puse una bolsa de agua caliente y después una bolsa de hielo.  Nada la calmaba y le dí una aspirina.  A las seis la doctora no había llegado y yo estaba demasiado nervioso como para poder alentar a nadie.  Le conté tres o cuatro anécdotas que querían ser alegres, pero cuando ella sonreía con una mueca me daba bastante rabia porque comprendía que no quería desanimarme.  Tomé un vaso de leche y nada más, porque sentía una bola en el estómago.  A las seis y media vino al fin la doctora.  Es una vaca enorme, demasiado grande para nuestro departamento.  Tuvo dos o tres risitas estimulantes y después se puso a apretarle la barriga.  Le clavaba los dedos y luego soltaba de golpe.  Gloria se mordía los labios y decía sí, que ahí le dolía, y allí un poco mas, y allá mas aún.  Siempre le dolía más.
La vaca aquella seguía clavándole los dedos y soltando de golpe. Cuando se enderezo tenía ojos de susto ella también y pidió alcohol para desinfectarse.  En el corredor me dijo que era peritonitis y que había que operar de inmediato.  Le confesé que estabamos en una mutualista y ella me aseguró que iba a hablar con el cirujano.
Bajé con ella y telefoneé a la parada de taxis y a la madre.  Subí por la escalera porque en el sexto piso habían dejado abierto el ascensor. Gloria estaba hecha un ovillo y, aunque tenía los ojos secos, yo sabía que lloraba. Hice que se pusiera mi sobretodo y mi bufanda y eso me trajo el recuerdo de un domingo en que se vistió de pantalones y campera, y nos reíamos de su trasero saliente, de sus caderas poco masculinas.
Pero ahora ella con mi ropa era sólo una parodia de esa tarde y había que irse en seguida y no pensar.  Cuando salíamos llegó su madre y dijo pobrecita y abrígate por Dios.  Entonces ella pareció comprender que había que ser fuerte y se resignó a esa fortaleza.  En el taxi hizo unas cuantas bromas sobre la licencia obligada que le darían en la tienda y que yo no iba a tener calcetines para el lunes y, como la madre era virtualmente un manantial, ella le dijo si se creía que esto era un episodio de radio.  Yo sabía que cada vez le dolía mas fuerte y ella sabía que yo sabía y se apretaba contra mi.
Cuando la bajamos en el sanatorio no tuvo mas remedio que quejarse. La dejamos en una salita y al rato vino el cirujano.  Era un tipo alto, de mirada distraída y bondadosa.  Llevaba el guardapolvo desabrochado y bastante sucio.  Ordenó que saliéramos y cerró la puerta. La madre se sentó en una silla baja y lloraba cada vez más.  Yo me puse a mirar la calle; ahora no llovía.  Ni siquiera tenía el consuelo de fumar.  Ya en la época de liceo era el único entre treinta y ocho que no había probado nunca un cigarrillo.  Fue en la época de liceo que conocí a Gloria y ella tenía trenzas negras y no podía pasar cosmografía.  Había dos modos de trabar relación con ella.  O enseñarle cosmografía o aprenderla juntos. Lo último era lo apropiado y, claro, ambos la aprendimos.
Entonces salió el medico y me preguntó si yo era el hermano o el marido.  Yo dije que el marido y el tosió como un asmático. "No es peritonitis", dijo, "la doctora esa es una burra". "Ah", "Es otra cosa. Mañana lo sabremos mejor." Mañana. Es decir que. "Lo sabremos mejor si pasa esta noche. Si la operábamos, se acaba. Es bastante grave pero si pasa hoy, creo que se salva". Le agradecí -no se que le agradecí- y el agregó: "La reglamentación no lo permite, pero esta noche puede acompañarla."
Primero pasó una enfermera con mi sobretodo y mi bufanda.  Después paso ella en una camilla, con los ojos cerrados, inconsciente.
A las ocho pude entrar en la salita individual donde habían puesto a Gloria.  Además de la cama había una silla y una mesa.  Me senté a horcajadas sobre la silla y apoyé los codos en el respaldo.  Sentía un dolor nervioso en los párpados, como si tuviera los ojos excesivamente abiertos.  No podía dejar de mirarla.  La sábana continuaba en la palidez de su rostro y la frente estaba brillante, cerosa.  Era una delicia sentirla respirar, aun así con los ojos cerrados.  Me hacia la ilusión de que no me hablaba sólo porque a mi me gustaba Margaret Sullavan, de que yo no le hablaba porque su compañero era simpático.  Pero, en el fondo, yo sabía la verdad y me sentía como en el aire, como si este insomnio fuera una lamentable irrealidad que me exigía esta tensión momentánea, una tensión que de un momento a otro iba a terminar.
Cada eternidad sonaba a lo lejos un reloj y había transcurrido solamente una hora.  Una vez me levanté y salí al corredor y caminé unos pasos. Me salió un tipo al encuentro, mordiendo un cigarrillo y preguntándome con un rostro gesticuloso y radiante "Así que usted también está de espera?" Le dije que si, que también esperaba. "Es el primero", agrego, "parece que da trabajo".  Entonces sentí que me aflojaba y entre otra vez en la salita a sentarme a horcajadas en la silla.  Empecé a contar las baldosas y a jugar juegos de superstición, haciéndome trampas. Calculaba a ojo el número de baldosas que había en una
hilera y luego me decía que si era impar se salvaba.  Y era impar.  También se salvaba si sonaban las campanadas del reloj antes de que contara diez.  Y el reloj sonaba al contar cinco o seis.  De pronto me hallé pensando: "Si pasa de hoy ..." y me entró el pánico.  Era preciso asegurar el futuro, imaginarlo a todo trance.  Era preciso fabricar un futuro para arrancarla de esta muerte en cierne.  Y me puse a pensar que en la licencia anual iríamos a Floresta, que el domingo próximo -porque era necesario crear un futuro bien cercano- iríamos a cenar con mi hermano y su mujer y nos reiríamos con ellos del susto de mi suegra, que yo haría publica mi ruptura formal con Margaret Sullavan, que Gloria y yo tendríamos un hijo, dos hijos, cuatro hijos y cada vez yo me pondría a esperar impaciente en el corredor.
Entonces entró una enfermera y me hizo salir para darle una inyección. Después volví y seguí formulando ese futuro fácil, transparente.  Pero ella sacudió la cabeza, murmuró algo y nada mas.  Entonces todo el presente era ella luchando por vivir, sólo ella y yo y la amenaza de la muerte, sólo yo pendiente de las aletas de su nariz que benditamente se abrían y se cerraban, sólo esta salita y el reloj sonando.
Entonces extraje la libreta y empecé a escribir esto, para leérselo a ella cuando estuviéramos otra vez en casa, para leérmelo a mi cuando estuviéramos otra vez en casa.  Otra vez en casa.  Que bien sonaba.  Y sin embargo parecía lejano, tan lejano como la primera mujer cuando uno tiene once años, como el reumatismo cuando uno tiene veinte, como la muerte cuando sólo era ayer.  De pronto me distraje y pensé en los partidos de hoy, en si los habrían suspendido por la lluvia, en el juez inglés que debutaba en el Estadio, en los asientos contables que escrituré esta mañana.  Pero cuando ella volvió a penetrar por mis ojos, con la frente brillante y cerosa, con la boca seca masticando su fiebre, me sentí profundamente ajeno en ese sábado que habría sido el mío.
Eran las once y media y me acordé de Dios, de mi antigua esperanza de que acaso existiera.  No quise rezar, por estricta honradez.  Se reza ante aquello en que se cree verdaderamente.  Yo no puedo creer verdaderamente en el.  Sólo tengo la esperanza de que exista.  Después me di cuenta de que yo no rezaba solo para ver si mi honradez lo conmovía.  Y entonces recé.  Una oración aplastante, llena de escrúpulos, brutal, una oración como para que no quedasen dudas de que yo no quería no podía adularlo, una oración a mano armada.  Escuchaba mi propio balbuceo mental, pero escuchaba sólo la respiración de Gloria, difícil, afanosa.  Otra eternidad y sonaron las doce.  Si pasa de hoy.  Y había pasado.  Definitivamente había pasado y seguía respirando y me dormí.  No soñé nada.
Alguien me sacudió el brazo y eran las cuatro y diez.  Ella no estaba. Entonces el médico entró y le preguntó a la enfermera si me lo había dicho.  Yo grite que sí, que me lo había dicho -aunque no era cierto- y que el era un animal, un bruto más bruto aún que la doctora, porque había dicho que si pasaba de hoy, y sin embargo.  Le grité, creo que hasta lo escupí frenético, y él me miraba bondadoso, odiosamente comprensivo, y yo sabía que no tenía razón, porque el culpable era yo por haberme dormido, por haberla dejado sin mi única mirada, sin su futuro imaginado por mí, sin mi oración hiriente, castigada.
Y entonces pedí que me dijeran en donde podía verla. Me sostenía una insulsa curiosidad por verla desaparecer, llevándose consigo todos mis hijos, todos mis feriados, toda mi apática ternura hacia Dios.

martes, 26 de julio de 2011

No queria, pero...

Cuando finalmente la veas, vas a sentirte orgulloso, pero no de tu creación, sino de haberla abandonado. Enseñaste a través de la ausencia, del dolor, esa fue tu más magnifica acción para con ella, desaparecer.
Cuando finalmente la veas, quizá no sea usando la vista. Quizá la percibas desde alguna dimensión paralela, dudo que la veas en esta vida. Y dudo que exista otra vida para resarcirte.
Cuando finalmente la veas, maldecirás a tu soberbia por no haberte permitido verla antes. 
Cuando finalmente la veas, sin lugar a dudas será demasiado tarde. Y la gente miente, se hipnotiza idioticamente haciéndose creer a si misma que siempre hay segundas chances y que nunca es demasiado tarde. Se equivocan. Cuando la veas, finalmente, será tarde. Será tardísimo para que te dé un abrazo, será tarde para que te profese amor infinito, será tarde para tu beso de las buenas noches, pues ya habrá amanecido sola, con tu recuerdo clavado en las venas, supurando nostalgia de lo que nunca sucedió.
Cuando finalmente la veas, sabrás que tu ausencia la hizo mujer. Y llorarás una lágrima por cada sonrisa que no viste, por cada logro que no compartiste, por cada pensamiento suyo que debía pertenecerte y sólo fue desgracia.
Cuando finalmente la veas, no podrás verla en verdad, porque dejó de ser una niña. No podrás verla correr, jugar, abrazarte, no podrás dormirla en tus brazos, no podrás curarle una herida. Cuando la veas, la niña habrá muerto y la mujer que tomó su lugar, no sabrá quién eres.
Cuando finalmente la veas, morirás. Y trágicamente, morirás sin verla.

La Av. de la niebla, en la ciudad del Arco iris.

Y es que se encontraba hundida en neblinas muy espesas, la visibilidad era muy poca, toda esa bruma que nunca entendió demasiado bien de donde salía y para que estaba, simplemente estaba allí, no dejándola ver hacia donde debía correr, o si tan solo tenía que caminar con la cabeza bien en alto, al fin y al cabo solo las personas que buscan algo miran al suelo; ella no necesitaba más, pero siempre fue muy golosa. No hablo de drogas, no hablo de cosas raras, solo de una pequeña muchacha de piel de papel que caminaba por medio de una gran neblina y que siente ganas de decir: 'al fin el sol se despertó, o mejor dicho, al fin me desperté con el sol!!'.          
   
Vvia en la ciudad del arcoiris, pero hace mucho que no lo sentia en si. Caminando en esas Avenida encontró a un conejo, algo apresurado, pensó por un momento que podría ser el conejo de Alicia, pero no, no se trataba de un conejo tercer mundista, este era un conejo que por más que quisiera comprarse eso de que llevaba un alma nómade y libre, estaba demás atado a lo mundano, tampoco se trataba del conejo que llevaba un reloj que le marcaba todos los instantes del día, un reloj dispuesto a ceder minutos (que atesoraba como grandes tesoros terrenales) para ayudar, si bien los dos conejos compartían la cualidad de querer categorizar todos los instantes de su vida y rotularlos; este conejo solo quería que los minutos sean para él, y compartirlos solo con su fiel amigo el topo, quien no quería mirar demasiado, y mucho menos arriba de los hombros de este conejo histriónico, que acaparaba las miradas de todos, y que esta chica aun no entiende cual es la causa.
La endulzaba, quizás hasta le gustaba en la forma que contaba sus historias, pero se dio cuenta de que este conejo, era solo un conejo con un reloj, no tenía tantas fortalezas como ella lo había creído, no era tan perfecto, ni tan loco, ni tan complejo, ni tan histriónico, ni tan atolondrado, quizás no estaba actuando tampoco el conejo, solo que ella estaba creando algo mucho más loco en su cabeza, pero no podía dejar de pensar en la suerte que tubo al encontrarse ese conejo en el camino.
Aun lo sigue pensando.
Tubo un par de conversaciones con el topo, que también permanecía callado cuando el conejo hablaba y nos engatusaba con sus muecas y formas de contar las cosas. Fueron las charlas más intensas que pudo tener en ese camino nebuloso, agradece al topo que la hizo sentir acompañada en esas neblinas, les saco los lentes de sol.. Ella en un principio se opuso, no quería, decía que si se sacaba los lentes las esperanzas d estar bajo el sol con el conejo y con él, iban a ser pocas, que los lentes la ayudaban a llamar al sol, y se los dejo puestos. El topo se rio, la dejo que haga lo que quiera, que piense lo que quiera, y que crea en lo que quiera, se reía, sabía que el sol no iba  a venir si lo estaba llamando, el topo si bien sabia escuchar aún más que hablar, cuando soltaba palabras era necesario escucharlo, en verdad era necesario.
Después de haber perdido a esos dos acompañantes lloro, se sentó en una piedra a intentar ver algo, no sabía muy bien a donde mirar, se encontró con un león, de rasgos definidos, unos ojos hermosos, realmente un león con todas las características físicas de tal, lo admiro un rato... a su lado venia un payasito, un payaso con una característica muy especial, pues si bien tenía una sonrisa grande, y un overol de muchos colores, tenía pintada una lagrima en su mejilla derecha, no dejaba nunca de fumar tabaco, pero irradiaba amor.
El león y el payaso llegaron a ese lugar, se sentaron cerca de esta muchacha, pero no le dieron tanta importancia, dicen que hay gente o cosas que pueden sentir lo que otros no. El payaso y el león descubrieron que cerca de esta muchacha de piel de papel y corazón de tiza había una oruga rosada. Algo medio raro, pero esta muchacha no podía asombrarse, ya había estado con un topo mucho más alto que el conejo histriónico, el payaso feliz con una lagrima muy definida, este león que disfrutaba de enriquecer la sabiduría que la naturaleza le había ofrecido de regalo y esa seguridad que predisponía al hablar y por sobretodo, lo que hacía que sea un león especial, era que sabía escuchar, esa idea se afirmó en cuanto el león comenzó a hablar con la oruga que se sentía también triste...
L: Ves esas hojas de allá?
O: No, no puedo verlas.. Solo puedo ver mi reflejo en este charco de lágrimas que he creado.
L: Ves esas mariposas volando cerca de esas flores?
O: Te dije que no pedo ver!
L: Lo has intentado?
O: No, no entiendes que estoy muy triste.. El amor de mi vida ha muerto, es lo más triste que podría haberme sucedido, ya no poder ser feliz nunca más.
L: Acaso tu compañero no te aviso de su muerte?.
-la oruga que se había prometido no creer en nada mas, lo miro y de una forma sobrante le dijo:- Uds., los leones siempre sienten que son dueños de la verdad no? No ves acaso mi tristeza, no ves acaso que siento que mi mitad se fue, que se ha muerto, no ves acaso lo gris de esta neblina?
-El leon dio por terminada la charla, no le agradaba las paredes en las que se estaba encerrando la oruga; el payasito decidió meterse- 
P: Has sido feliz alguna vez?
O: Pues sí, es sido muy feliz hasta hace una semana, que no para de llover en mi alma y me siento muy gris.
P: Y acaso no es bueno eso?
O: Que? sentirse triste? por supuesto que no.
P: Por supuesto que sí!! -retruco el payaso- Pues si sientes ese gris por dentro, esa lluvia mojándote el alma, es porque sabes que es el sol, que son los colores y lo feliz del verano!!! Deberías de estar celebrando esta tristeza, deberías estar celebrando que la vida te golpee, pues de esa forma puedes sentirte vivo!.

La muchacha no pudo no escuchar esas palabras, derramo un par de lágrimas, pero esta vez solo un par, y sintió un alivio. Le pidió un cigarro a este payaso, que se lo ofreció sonriente, interrumpiendo en la charla, de la misma forma en la que entro se salió, tenía la capacidad de creerse desapercibida. Se fue pensando en que ese payaso era una cosa muy loca, que por más hermosa que era su sonrisa, y por más hermosas que fueron esas palabras que nunca fueron para ella, aun no podía entender lo ambiguo de su gran sonrisa y su lagrima pintada, quizás este payaso no sabía como resolver aun esa perdida, quizás a el también se le había muerto algo, quizás.
No se sacó los lentes, había entendido el mensaje del payaso y del león, pero no aun el del topo.
En el camino, apareció su vieja amiga, una gata hermosa, destilaba seguridad, y había aprendido a valorar lo hermoso del hogar, pero que no podía dejar de admirar lo saludable de la libertad que brinda la naturaleza, cientos de ocasos y amaneceres que añoraba con pasión y entrega, esas puestas y salidas de sol que acompañan a su ruta y por lo que su mundo gira.. Le quito los últimos bostezos de humo, pero saco otro cigarro que compartieron juntas. La hizo reír, la escucho, la mimo, y hasta lloro con ella. Le mostro los cambios que ella ya había vivido, y le enseño a aprender de sus propias experiencias, y de las de los demás. 
Al final de la noche, se quedó en una casa, antes de entrar la miro con esos ojos marones llenos de pestañas, y ese pelo rubio muy corto quedo tan solo como un recuerdo, y es que las amistades son así... resplandores de alivio en medio de las neblinas. Miro hacia el cielo, y grito con todas sus fuerzas esa frase que su amiga la gata le había heredado: 'EL UNIVERSO MARCHA COMO DEBIERAAAA!!! COMO DEBIIIIERA!!!!'. 

Decidió quedarse dormida bajo un árbol, despues del despliego de esa nergia que lanzo hacia el inmenso cielo negro y estrellado. Dejo de mirar al suelo, para contemplar lo hermoso del cielo, lo hermoso de las estrellas. Pero algo más estaba obturando su mirar, ¡es que nunca había dejado de usar las gafas!. Y pensó.. 'acaso el topo me estaba diciendo que las gafas de sol son solo para el sol?, como pude ser tan despistada y no sacarmelos cuando oscurece?, acaso el que me dibujo no había pensado en la noche? acaso el que me dibujo, no se midió en ponerme sentimientos y es ahora que me veo en la entrecrujijada de no poder dominarlos? y es que mis sentimientos, mis sensaciones, mis placeres y mis dolores se ven todos a flor de piel!, el mundo los puede ver!. Recordó los momentos que compartió antes de salir a caminar en la niebla con su amiga el flamenco, quien le habría dejado un  gran legado: 'te descubrís constantemente, y aprendes de ello. Realmente sos admirable, podrías dejar tu corazón en una causa, y no te importaría, el que no lo sepa ver... pues, es porque está encerrado en sus tonterías'. Le llevo mucho tiempo descifrarlo, pero después de tanto tiempo, después de tantos personajes cruzándose en su camino, de tantos pensamientos entretejidos, se durmió. Con la esperanza de que por la mañana la niebla sea neblina. 
No paso, no todos los cuentos tienen finales felices, pero bueno.. Ahí la veo, por ahí la veo... caminando, con la diferencia de que ahora no son las lágrimas la que la acompañan, desempolvo a una guitarra que alguien quiso de alguna forma regalársela, y camina, ya no por esa avenida, resolvio que quizas era el camino el que estaba mal. Ahi va, con una sonrisa desplegando alguna melodía melancólica con acordes felices por las calles de la ciuad del Arcoiris.




Flor.-

miércoles, 13 de julio de 2011

La gente que me gusta (M.B.)

 

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.

Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.

Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.

A estos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

Me gusta la gente que con su energía, contagia.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

La gente que lucha contra adversidades.

Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

Me gusta la gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.

Creo que logre entenderte, sera que creci? (de alguna manera)

Creo que los libros como la música, por lo general, nos llegan y le damos un significado particular de acuerdo al momento en que  aparezcan. Por eso hay frases o situaciones con las que uno más se siente identificado y que nos llegan a lo más profundo de nuestro corazón y de nuestro entendimiento. Generalmente los libros pasan, olvidamos sus personajes y puede ocurrir que hasta nos olvidemos de la historia, pero siempre algo queda, nos dejan cierta marca, una marca imborrable que nos va definiendo.
Hoy en día, estoy leyendo nuevamente, por decimoquinta vez la novela Rayuela de Julio Cortázar, y no puedo dejar de sorprenderme. Cada capítulo, con sus descripciones, sus diálogos,  su particularidad de poseer  un total de 155 capítulos, que pueden ser leídos de diferente forma, y el  vasto universo psicológico de sus personaje los cuales establecen y se relacionan con temáticas tales como el amor, la muerte, los celos y el arte...
Respecto de la rayuela como juego, se puede decir que constituye, junto con muchos otros juegos, un pequeño enigma el tema de sus orígenes, el cual se piensa desde significados míticos, mágicos, religiosos, cabalísticos, etc., y se la relaciona con los progresos del alma, con ceremonias y ritos de pasaje, con el laberinto y la espiral, etcétera. En la Rayuela, el 1er casillero, representa la niñez, el 2do, la juventud y el 3ero, la vejez. En el 4to y el 5to, debemos darnos vuelta para mirar el recorrido, el mismo que nos levara al cielo, esa quimera autoimpuesta de Oliveira de buscar siempre algo que no está seguro qué es.

Al presentarse esta como hilo conductor de todo el libro y caracterizarse por la búsqueda del equilibrio (el cielo). El Capítulo 36 dice: “La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato.”

Lo que plantea Cortázar, es que si uno tira la piedra, nunca sabremos en qué casillero caerá, pero lo que sí es seguro, es que estos caminos pueden cambiar de la noche a la mañana, solamente hay que buscar el cielo propio, el «corazón del alcaucil».
Comparto con Ustedes (?), algunas frases que significan algo para mi, y que me han hecho ruido:

Capítulo 1: "Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos."

Capítulo 21: ..."Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero que es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario…”

Capitulo 28: "Somos muy diferentes… Pero nos encontramos en algunos lugares exteriores a nosotros mismos. Voz y yo miramos esa lámpara, a lo mejor no vemos la misma cosa, pero tampoco podemos estar seguros de que no vemos la misma cosa. Hay lámpara ahí, qué diablos”..

..."La razón sólo nos sirve para secar la realidad en calma, o analizar sus futuras tormentas, nunca para resolver una crisis instantánea”..

.."Y esta crisis que la mayoría de la gente considera como escandalosa, como absurdas, yo personalmente tengo la impresión de que sirven para mostrar en verdadero absurdo, el de un mundo ordenado y en clama.”

Capítulo 44: “Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor”..

Capítulo 46: "Cuando los amigos se entienden bien entre ellos, cuando los amantes se entienden bien entre ellos, cuando las familias se entienden bien entre ellas, entonces nos creemos en armonía. Engaño puro, espejo para alondras. A veces siento que entre dos que se rompen la cara a trompadas hay mucho mas entendimiento que entre los que están ahí mirando desde afuera.”..

Capítulo 79: .."la vida de los otros tal como nos llega en la llamada realidad, no es cine sino fotografía, es decir que no podemos aprehender la acción sino tan sólo sus fragmentos eleáticamente recortados. No hay más que los momentos en que estamos con ese otro cuya vida creemos entender, o cuando nos hablan de él, o cuando él nos cuenta lo que le ha pasado o proyecta ante nosotros lo que tiene intención de hacer.”

Capítulo 80: "Hablando de los sueños, nos dimos cuenta casi al mismo tiempo que ciertas estructuras soñadas serían formas corrientes de locura a poco que continuaran en la vigilia. Soñando nos es dado ejercitar gratis nuestra aptitud para la locura. Sospechamos al mismo tiempo que toda locura es un sueño que se fija. Sabiduría del pueblo:”Es un pobre loco, un soñador"..
 
Me quedo con el hecho de que los libros como cualquier otra experiencia y expresión artística, nos enseñan y nos acompañan en cada etapa significando algo diferente en cada momento. Por lo cual me quedo pensando acerca de que significa para mi y fundamentalmente HOY, tanto este libro como las frases que he citado..

Mi favorito

Ellos tienen razón esa felicidad
al menos con mayúscula no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve presoledad.

Después de la alegría viene la soledad
después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad.
Ya se que es una pobre deformación
pero lo cierto es que en ese durable
minuto uno se siente solo en el mundo.
Sin asideros, sin pretextos
sin abrazos, sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en es sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo.
Los datos objetivos son como sigue.
Hay diez centímetros de silencio
entre tus manos y mis manos una
frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos claro
que la soledad no viene sola.
Si se mira por sobre el hombro mustio
de nuestras soledades se vera un
largo y compacto imposible un sencillo
respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buenagente.
Después de la alegría
Después de la plenitud
Después del amor
Viene la soledad.
Conforme pero
que vendrá después
de la soledad.
A veces no me siento tan solo
si imagino mejor dicho si se
que mas allá de mi soledad y de
la tuya otra vez estas vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después de la soledad

lunes, 23 de mayo de 2011

Seguimos igual

Naufragué en un charquito de estrellas. Yo sólo quería navegar, poner mis ganas por velas. Y, el mar llené llorando por ella. Un sueño anclado en la Luna. No pude ver orilla ninguna y, normal que naufragase a tu vera. Entre la espuma que acaricia y atropella; como un verso del poema que escribí, se van borrando tus huellas. Mi ilusión es la cometa que se eleva y que se estrella contra mí, contra mí, contra mí. ¿Dónde están los mares de verdad, gélidos? Y aquella brisa que me apagaba poco a poco el sol, ¿dónde quedó? Las noches mágicas, ¿te acuerdas? de charquitos y de estrellas. Esta noche iba a brillar la Luna, pero la tormenta la asustó. Mañana, cuando salga el Sol, se reirá de ella, pero de nosotros no. Esta noche hay miles de estrellas y una mágica y radiante Luna llena. Y aquel charquito de estrellas resultó ser un desierto: sólo un espejismo de arena y de sal, de risas hoy verdaderas. Suelta velas y verás mi cometa que se eleva y que se va, que se va, que se va. ¿Dónde están los sueños de verdad, cálidos? Y las tormentas de caricias, donde el huracán, amándonos. La noche es grande y es eterna. Ya no hay charcos; sólo estrellas. Esta noche brillará la Luna, porque la tormenta es nuestra amor, amor, amor. Mañana, cuando salga, el Sol llorará de envidia por ella y por lo que pasó. Esta noche hay miles de estrellas y una mágica y radiante Luna. Mañana, cuando salga, el Sol llorará de envidia por ella y por lo que pasó. Esta noche hay miles de estrellas y una mágica y radiante Luna llena. ¿Dónde están los mares de verdad? ¿Y las tormentas de caricias, donde el huracán?

domingo, 22 de mayo de 2011

Son unas de mis razones (Sobre héroes y tumbas)

-El mundo es una porquería.
Martín reaccionó.
-¡No, Alejandra! ¡En el mundo hay muchas cosas lindas!
Ella lo miró, quizás pensando en su pobreza, en su madre, en su soledad:
¡todavía era capaz de encontrar maravillas en el mundo!
Una sonrisa irónica se superpuso a su primera expresión de ternura
haciéndola contraer, como un ácido sobre una piel muy delicada.
-¿Cuáles?
-¡Muchas, Alejandra! –exclamó Martín apretando una mano de ella
sobre su pecho-. Esa música… un hombre como Vania…
y sobre todo vos, Alejandra… vos…


miércoles, 18 de mayo de 2011

Bastante acertado

Me gusta estar al lado del camino, me gusta pensar que la vida es un gran cuento escrito por un gran creador. Este creador sueña para nosotros aventuras, lugares exoticos, amores únicos. Nosotros cual actores solo debemos entregarnos a ese gran cuento y fluir. 

A veces el creador complica la trama, nos pone en situaciones extrañas, me gusta pensar que todo tiene un sentido, un para que. 

El arte trabaja con claroscuros, para que exista la luz se necesita la oscuridad, para valorar la alegría se necesita la tristeza. Nos cuesta aceptar las maravillas que el creador nos regala, buscamos la felicidad pero no creemos en ella, le miramos los dientes al caballo regalado e interferimos en el cuento. 
Hay que aceptar el rol que el creador nos da en su cuento y ocuparlo, porque ese rol es el mejor para nosotros y amigados con el cuento saber que avanzamos hacía un final feliz. 
El creador ama los finales felices, si nos entregamos al creador y permitimos que cuente su cuento a través nuestro, nos llenará de maravillas, habrá cada día un final feliz. 
Solo nos pide a cambio que demos testimonio de su cuento, que dejemos un legado para los que vendrán y seguirán este cuento eterno. 

Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro; Se supone que son las cosas que todo hombre debe hacer, son legados. Testimonios de nuestro paso por el cuento. 




¿Qué hacemos hoy para que sea un gran día? ¿Necesitamos grandes hazañas? ¿Siempre tiene que ocurrir algo espectacular para que sea un gran día? ¿O un gran día se puede hacer de pequeños momentos? ¿Depende sólo de nosotros ese... gran día? No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy...No levantarse con el pie izquierdo, dicen. ¿Alcanza desear un gran día para tenerlo? Un gran día, o un pésimo día. No tiene muchas recetas, tal vez una: está hecho de decisiones. De buenas y de malas decisiones. No sólo propias, también ajenas. Pero no de grandes decisiones, sino de esos pequeños gestos que nos hacen grandes. Un gesto de amor puede hacer que ese día sea no un día más, sino un gran día. Aunque no todo está en nuestras manos. Un gran día para algunos puede ser trágico para otros. Igual, para mí, un gran día no es el que está hecho de grandes hazañas y conquistas. Un gran día está hecho de pequeñas cosas: de una palabra de aliento, de una sonrisa, de una mirada... y también de una ausencia.

Beatriz

Libertad es una palabra enorme. Por ejemplo, cuando terminan las clases, se dice que una está en libertad. Mientras dura la libertad, una pasea, una juega, una no tiene por qué estudiar. Se dice que un país es libre cuando una mujer cualquiera o un hombre cualquiera hace lo que se le antoja. Pero hasta los países libres tienen cosas muy prohibidas. Por ejemplo matar. Eso sí, se pueden matar mosquitos y cucarachas, y también vacas para hacer churrascos. Por ejemplo está prohibido robar, aunque no es grave que una se quede con algún vuelto cuando Graciela, que es mi mami, me encarga alguna compra. Por ejemplo está prohibido llegar tarde a la escuela, aunque en ese caso hay que hacer una cartilla mejor dicho la tiene que hacer Graciela, justificando por qué. Así dice la maestra; justificado. 
Libertad quiere decir muchas cosas. Por ejemplo, si una no está presa, se dice que está en libertad. Pero mi papá está preso y sin embrago está en Libertad, porque así se llama la cárcel donde está hace ya muchos años. A eso el tío Rolando lo llama qué sarcasmo. Un día le conté a mi amiga Angélica que la cárcel en que está mi papi se llama Libertad y que el tío Rolando había dicho que era un sarcasmo y a mi amiga Angélica le gustó tanto la palabra que cuando su padrino le regaló un perrito le puso de nombre Sarcasmo. Mi papá es un preso, pero no porque haya matado o robado o llegado tarde a la escuela. Graciela dice que papá está en libertad, o sea está preso, por sus ideas. Parece que mi papá era famoso por sus ideas. Yo también a veces tengo ideas, pero todavía no soy famosa. Por eso no estoy en Libertad, o sea que no estoy presa. 
Si yo estuviera presa, me gustaría que dos de mis muñecas, la Toti y la Mónica, fueran también presas políticas. Porque a mi me gusta dormirme abrazada por lo menos a la Toti. A la Mónica no tanto, porque es muy gruñona. Yo nunca le pego, sobre todo para darle ese buen ejemplo a Graciela. 
Ella me ha pegado pocas veces, pero cuando lo hace yo quisiera tener muchísima libertad. Cuando me pega o me rezonga yo le digo Ella, porque a ella no le gusta que la llame así. Es claro que tengo que estar muy alunada para llamarle Ella. Si por ejemplo viene mi abuelo y me pregunta dónde está tu madre, y yo le contesto Ella está en la cocina, ya todo el mundo sabe que estoy alunada, porque si no estoy alunada digo solamente Graciela está en la cocina. Mi abuelo siempre dice que yo salí la más alunada de la familia y eso a mí me deja muy contenta. A Graciela tampoco le gusta demasiado que yo la llame Graciela, pero yo la llamo así porque es un nombre lindo. Sólo cuando la quiero muchísimo, cuando la adoro y la beso y la estrujo y ella me dice ay chiquilina no me estrjes así, entonces sí la llamo mamá o mami, y Graciela se conmueve y se pone muy tiernita y me acaricia el pelo, y eso no sería así ni sería bueno si yo le dijera mamá o mami por cualquier pavada.
O sea que la libertad es una palabra enorme. Graciela dice que ser un preso político como mi papá no es ninguna vergüenza. Que casi es un orgullo. ¿Por qué casi? Es orgullo o es vergüenza. ¿Le gustaría que yo dijera que es casi vergüenza? Yo estoy orgullosa, no casi orgullosa, de mi papá, porque tuvo muchísimas ideas, tantas y tantísimas que lo metieron preso por ellas. Yo creo que ahora mi papá seguirá teniendo ideas, tremendas ideas, pero es casi seguro que no se las dice a nadie, porque si las dice, cuando salga de Libertad para vivir en libertad, lo pueden meter otra vez en Libertad. ¿Ven como es enorme?

Con un poco de suerte, tal vez

Te diría tantas cosas que no puedo decir con palabras, cada vez que no puedo decir lo que siento me quedo muda, tal vez es lo mejor, a veces es más claro un gesto que una palabra. A veces los gestos son más tercos que las palabras, uno puede cerrar la boca, pero enmudecer el cuerpo es casi imposible, salvo pequeñas excepciones, claro. Salvo que te paralicen el cuerpo con un gesto tan implacable que te dejen durísimo. Tan duro como yo ahora, que te besaría y solo así podría decirte lo que siento por vos. Y a veces los gestos son tan claros que nos dejan mudos, casi con la boca abierta

martes, 17 de mayo de 2011

FAR AWAY

Shadows grow so long before my eyes, and they're moving across the page.. suddenly the day turns into night. Far away from the city but don't hesitate, 'cause your love won't wait hey! Oh baby I love yourway.. everey day. Wanna tell you I love yourway every tay. 
anna be with you night and day.
Moon appears to shine and light the sky. With the help`of some fireflies, I wonder how they have the power, shine shine shine! I can see them under the pines, but don't hesitate 'cause your love won't wait hey hey. Oh baby I love your way every day, wanna tell you I love your way, wanna be with you night and day, uuuh yeaaah!

¿Que carajo quiero?

Todo termina rapido, por lo general. Demasiado rapido. Lo que queremos, deseamos con fervor y luego conseguimos, tiende a evaporarse en la nada, a veces despues de haberlo disfrutado y muchas veces sin haberlo hecho. Se evapora como un huracan, aun despues de haber revolucionado continentes enteros, aun despues de haberse llevado todo por delante, aun asi, se eleva hacia el cielo y desaparece. La raza humana, en su totalidad, y lamentablemente... sin excepciones, cada dia, a cada hora, a cada segundo, tiende hacia lo efimero, hacia lo rapido, lo inconstante, lo simple. No nos gusta la rutina, y ahi nos contradecimos, decimos que queremos mas, pero, y?, no hacemos nada. 
El hombre en particular, a diferencia del resto del reino animal, que busca el equilibrio, tiende al desequilibrio. Buscamos amor en camas vacuas. No nos relacionamos, no nos abrimos, no creamos lazos, meramente nos entrelazamos brevemente y vagamente, con el hilo lo suficientemente flojo como para no atarnos demasiado a otro. Ah!, disculpame, "pensamos" que creamos lazos, pero en realidad, nunca lo hacemos, o muy pocas veces. Queremos amor, pero tememos amar. Queremos amor, pero deseamos tener algo de qué quejarnos, historias nuevas para asombrar y generar la admiración de mentes propagandistas, para realzarnos  en la magnificacion de lo inservible 
Vivimos buscando algo increible, irreal, magico, de mariposas en los estómagos, de cuentos de hadas, de hechizos que nos permitan volar, que nos realcen las células del cuerpo y la mente hacia lo desconocido. Me pregunto si sabemos, si somos verdaderamente conscientes de que, como en cualquier otro ámbito de la vida, no podemos conquistar aquello que desconocemos. Y como el tiempo apremia, y las cosas deben hacerse de manera prácticas, no malgastamos un segundo de nuestros días en intentar aprehender aquello que se esconde detrás de la vitrina, en conocer profundamente algo. Al pan, pan. Y terminemos el vino y vayamos a la cama, que mañana tengo que seducir a otra.  Prestame tus apuntes, que no tengo tiempo de leer todo el libro, y tengo que pasar si o siesta materia, para recibirme pronto y que el mundo alabe mis conocimientos titulados. Sin duda, un abogado cazador de mala praxis, debe ser el profesional con mayor éxito económico del mundo en boga.
Lo efímero. Lo efímero es lo que me repulsa. Es aquello a lo que le huyo, pero que constantemente logra atraparme en sus manipuladoras redes. Quizá debiera abandonarme a sus designios y practicar la tolerancia a mi era, a mi década, incluso a mi propia generación. Continúo negándome y me resulta inevitable sufrir de pequeñas regurgitaciones de ideas.
Me pregunto si alguien comprende, si alguien comparte. Si alguien existe. Si alguien verdaderamente sabe como amar. La soledad, por muy intelectual que pueda tornarse, cava sus propias fosas en mi, construye sus abismos y temo, en forma desesperada, perder la capacidad de conexión con otro ser humano. Los lazos, desgraciadamente, requieren dos partes. Pero inevitablemente generan ataduras, generan pesos. ¿Y quien, en la era del libertinaje absoluto, desea íntimamente, tener un lazo, ser parte de un todo?
Disfruto del sabor del Malbec, a solas, nuevamente. Nadie quiere un peso, nadie quiere cargar con nadie, y nadie quiere ser cargado. Somos todos muy autosuficientes. No nos necesitamos más que a nosotros mismos, y a nuestros analistas, para que diluciden forzosamente cómo sacarnos la tableta de clonazepam de las manos.
Esto me resulta verdaderamente desolador.
Continuamente escucho voces que vehementemente claman por valores, pero no acompañan sus pensamientos con acciones. Nos quedamos en el habla, nos decimos tanto, sin decirnos nada. Nos contamos cuentos maravillosos de sueños imbéciles que nadie oye, a nadie le importa el sueño del otro mientras se encuentran ensimismados en sus propios sueños imbéciles. Y lo trágico, es que ni el uno ni el otro se cumple. No solo por ser imbéciles, sino porque el sueño primario, el deseo primario radica netamente en la completud, en la pertenencia, en la necesidad de integración completa con otro ser humano. El retorno al vientre materno, el calor, la cercanía, y hasta la dependencia. ¿Acaso no confundimos necesidad del otro con amor, constantemente? ¿Acaso no creemos a otro necesario imperativamente para la vida cuando creemos estar enamorados? Me resulta hasta paradójico y absurdo que no notemos el hecho de que estamos elaborando mal nuestras consignas de vida. Resumido: Buscamos el amor más profundo, la contención y la completud en lo efímero, en una anécdota, en las cosas más superficiales de la vida. ¿Acaso verdaderamente somos todos infradotados? ¿Qué es lo que no es obvio?
Y entonces hay algunas veces que pienso, pienso, pienso, pienso, que es lo que buscas?, que es lo que buscamos? que quiero? que carajo quiero?!